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Un nuevo eje de poder: Warsh, Druckenmiller, Bessent y el próximo presidente de la Fed
El centro de gravedad en la política económica estadounidense está pasando de personalidades aisladas a una red estrechamente conectada: Kevin Warsh, Stanley Druckenmiller y Scott Bessent, ahora alineados bajo Donald Trump. Intentan poner fin a un experimento de 15 años en la gestión keynesiana de la demanda y reemplazarlo por un régimen de oferta basado en capital productivo en lugar de en ingeniería financiera. Con la próxima decisión del presidente de la Fed en primer plano, esa red de repente importa mucho. Lee el ambiente.
Durante años, el manual fue sencillo: estímulo fiscal más dinero ultra-fácil para sostener la demanda, produciendo una economía "rica en activos y con pocos ingresos", con mercados en desplome pero baja productividad y salarios desiguales. Warsh y Druckenmiller fueron los primeros en declarar que este modelo estaba agotado, argumentando que la QE y la represión financiera distorsionaban los mercados y desincentivaban la inversión real. Su crítica no era anti-mercado; Fue una advertencia de que las valoraciones no pueden sustituir permanentemente la formación de capital.
Bessent ahora proporciona el equivalente fiscal e industrial. Inspirándose en una tradición hamiltoniana, su estrategia enfatiza la desregulación, normas fiscales favorables a la inversión y aranceles específicos para atraer la producción y el capital de inversión de vuelta al país, permitiendo que el capital privado se beneficie de la incorporación de energía, manufactura y tecnología en lugar de apoyarse en la expansión múltiple impulsada por políticas. El gobierno establece las normas; El sector privado lleva el testigo.
Los vínculos personales hacen que la carrera por la Fed sea especialmente interesante. Warsh y Druckenmiller han trabajado estrechamente juntos, combinando la perspectiva de un exgobernador de la Fed con uno de los inversores macroeconómicos más exitosos de la época. Bessent proviene del mismo linaje global-macro, por lo que las ideas de Warsh y Bessent se unien no solo por ideología, sino también por mentores, métodos y experiencia de mercado compartidos, con Druckenmiller como punto de unión entre ambos.
En este contexto, el posible papel de Warsh como presidente de la Fed es fundamental. Es uno de los pocos candidatos cuyo historial ya encaja con el proyecto de Bessent: escéptico respecto al activismo en el balance y al aumento de mandatos, pero realista respecto a la gestión de un sistema de alta deuda y centrado en el dólar sin terapia de choque. Una Fed Warsh podría restringir el mandato, normalizar el balance con el tiempo y aun así recortar los tipos de una manera que apoye una agenda de oferta en lugar de otra ronda de ingeniería financiera. Trump aporta la cobertura política; Bessent gestiona palancas fiscales e industriales; Warsh es el ancla de una Fed más enfocada y sintonizada con el mercado; y Druckenmiller conecta con el banco central y los mercados. ¿Ahora entiendes por qué Warsh sería un buen presidente de la Fed, por qué leería y trabajaría bien con Bessent, y por qué el vínculo con Druckenmiller hace que la estructura sea tan atractiva? Lee el ambiente.

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