Para que conste. Sí, "Demasiado Tarde" y sus amigos necesitan irse. La transformación de la Reserva Federal comenzó silenciosamente a finales de la década de 1990, cuando la creciente influencia de Janet Yellen comenzó a guiar a Alan Greenspan hacia una filosofía más intervencionista. Ese cambio se consolidó bajo Ben Bernanke, cuando la escuela de teóricos microeconómicos de MIT y Yale tomó el control de la institución. Su visión progresista keynesiana redefinió a la Fed de guardián de la estabilidad monetaria a ingeniero social y macroeconómico activo. Lo que comenzó como una sutil expansión de la misión pronto se convirtió en un exceso abierto tras la Crisis Financiera Global. Bajo Bernanke, Yellen y ahora Powell, el banco central se ha transformado en una burocracia sobredimensionada construida sobre modelos defectuosos y datos selectivos. Ya no opera como una autoridad monetaria basada en la disciplina, sino como un mecanismo político extenso que racionaliza su propia expansión. La Reserva Federal de hoy ejerce un poder completamente desproporcionado a su lugar constitucional, una inversión que exige corrección. La Constitución está por encima de la Ley de la Reserva Federal, y es hora de que ese principio se reafirme. La Fed debe ser desmantelada y reconstruida con responsabilidad, un alcance limitado y respeto por los límites constitucionales. El experimento keynesiano ha llegado a su fin; lo que se necesita ahora es un marco monetario basado en la realidad, la moderación y la integridad constitucional.