Los hombres de la Primera Guerra Mundial no entregaron sus vidas por imperios globales o élites políticas. Lucharon y murieron por América, por el hogar, por la familia, por los demás y por una Nación construida sobre derechos otorgados por Dios y la voluntad soberana de "Nosotros, el Pueblo". El mayor tributo que podemos darles no es el silencio, sino lealtad al país que murieron defendiendo. "El patriota que se siente al servicio de Dios, que lo reconoce en todos sus caminos, tiene la promesa de la dirección del Todopoderoso." — Samuel Adams