Una habilidad clave en el comercio de activos reflexivos es dejar de preguntar "¿es fundamentalmente sólido?" y comenzar a preguntar "¿quién es el próximo comprador?" Estos activos se basan en cascadas de creencias, no en valor intrínseco. Tu ventaja proviene de detectar dónde se extenderá esa creencia antes de que todos los demás la vean.